Nuestras Firmas: Paco Cepeda

MVP, padre e ídolo

Vía de Escape

Paco Cepeda
29/10/2023

Todo el que haya jugado durante varias décadas no menos de tres derbis al día en los patios de colegio, plazas e improvisados campos de fútbol en Sevilla y sus alrededores, sabe perfectamente que una vez que Isco se puso la camiseta del Betis después de un desecuentro con la gente del Sevilla, incluida tragantá de Monchi, le convertía en el jugador preferido de un montón de gente. Su compromiso desde el minuto uno y la indudable calidad que va a atesorar para siempre reforzó esa predisposición popular tan futbolera. Y antes de tiempo se le elevó a los altares. Algunos, contra toda la corriente del mundo, pedimos en su momento que se esperase, porque con esas ganas, lo mejor de Isco estaría por llegar (yo en realidad pensaba que era imposible). Y amanece una soleada tarde de octubre, el día del cambio a la hora de invierno, y el malagueño, en un día sin una finura extrema, pero con las ganas de todos los días, y con la capacidad de ser decisivo que acompaña a su juego, da un pase de gol en un descuento y mete el gol de la victoria en el otro.

No se puede ser más importante en una victoria. Le dio a su gente todo lo que podía desear y más: alegría, tres puntos que se habían complicado y ese recochineo según Sevilla que ya 'rulará' por todos los teléfonos y las barras de los bares donse se hable de fútbol.

Isco ha escrito su página más grande como verdiblanco. Creyeron en él muy pocos, sin duda Pellegrini. Yo, cero. Y recuerdo un comentario de Salva Ballesta en Canal Sur que empieza a cobrar todo el sentido del mundo. Decía el racial ex Pichichi de la Liga española que había escuchado una entrevista a Isco en la que se refería a que tenía unas ganas exageradas de desquitarse para que sus hijos vieran la dimensión de futbolista que era. Salva, que conoce ese tipo de motivaciones necesarias a lo largo de una carrera, nos insistía en que un padre que encuentra como motivación extra para remontar su carrera esa cita familiar con sus hijos hay que tomarle en serio. Añadía que si Isco tenía todavía algo de físico (a su ritmo, lo tiene) y se encontraba con el apoyo de un entrenador indiscutible como Pellegrini, podía ocurrir la resurrección. Y ha pasado. 

Isco ha salido hoy toreando del Benito Villamarón, con dos tallas más de pecho. Y si sus hijos efectivamente ya son capaces de calibrar lo que significa su padre para un club de fútbol con la dimensión social del Betis, estarán que no cabrán en el cuerpo. Lo que ha hecho su padre es muy difícil, casi imposible.

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