Cuando lean esta pieza, posiblemente el derbi ya se habrá disputado y otro puñado de acontecimientos habrán disparado los debates hacia otro lado. Se habrá consumado el embrutecimiento de esta decadente sociedad que asume con resignación las órdenes y acepta, por ejemplo, que al mejor tenista de todos los tiempos lo traten como un criminal de guerra. Es desolador asistir al derrumbamiento de la educación y el sentido común. En 'El mundo de ayer' Stefan Zweig relata con maestría cómo siente que el mundo se escapa por las alcantarillas. La nostalgia y el miedo le animaron a suicidarse. En un partido de fútbol, a un tipo le han dado con un palo en la cabeza y el hecho no parece lo suficientemente impactante como para frenarlo todo. Es aún peor. Los rivales acusan a la víctima de fingir, el director de comunicación se permite saltar al campo como un energúmeno, ciertos periodistas especulan acerca de una estrategia antideportiva de Lopetegui y los encargados de repartir justicia permiten que se reanude el encuentro con el agredido en su casa. Sin duda, un panorama desolador. Cuando lean esta pieza, posiblemente, conozcamos al vencedor de la eliminatoria, pero ya se habrá consumado otro paso hacia el empobrecimiento vital. Si alguno no sabe entender que esto no va de camisetas y sí de valores, deje aquí de leer.
Hoy en día no puedes entrar en un campo con un bocadillo (el covid lo impide) pero sí con una bandera con un palo. Cosas de la "nueva normalidad". El nivel de todo ha descendido a los infiernos hasta el punto de que el interés propio y la impotencia acumulada pasa por encima de las normas cívicas, la educación, el sentido común, la convivencia y la inteligencia. Los jugadores del Betis, compañeros de Jordán, acusan al Sevilla de fingir con la connivencia de periodistas mediocres. Todo está tan mal dirigido que hasta en eso se equivocan. Si Jordán hubiese querido ser un miserable, se habría desplomado en el área y no lo hubiera levantado ni la madre que lo parió. La pena es que muchos, a esta altura del artículo, habrán escupido sobre estas líneas por sus intereses y su mirada tóxica y partidista. Otros, de un lado o de otro, estarán incluso celebrando el triunfo. Nada me extraña ya de un país en el que el gobierno acude a la colaboración de los terroristas. Así nos va. Sigan.
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