Liga Europa (2018/2019) > 1/16 de final. Vuelta

Ben Yedder y Sarabia son medio Sevilla

Hubo momentos de fatiguitas. Por supuesto. El contundente resultado -2-0 en la vuelta más el gol de Roma- puede llevar a pensar que el partido en Nervión fue plácido. Para nada. Tras la expulsión del Mudo –otra-, con 1-0 en el marcador y media hora por delante, los peores presagios cayeron sobre el Sánchez-Pizjuán. La Lazio necesitaba rearmarse moralmente y ahí estaba su clavo ardiendo. Pero los dos jugadores más desequilibrantes del Sevilla acudieron a la cita. Y cuando el gol aparece, más la oportuna expulsión de Marusic, nadie resiste de pie. Ben Yedder y Sarabia son hoy por hoy medio Sevilla. Si ellos no están, o si falta uno de los dos, se le ve poco filo al equipo. Puede que tengan un físico que no invite a pensar que tras esos dos cuerpos se esconden dos grandes jugadores. A veces ceden en los partidos de gran ritmo. Se desconectan, sobre todo Sarabia. Pero en el área son letales y rescatan una y otra vez al equipo. ¿Cuánto vale esa regularidad? Para ejemplo, los dos goles. Sarabia gestó ambos. En el primero, recogió un pase de Ben Yedder después de que el francés condujera un contragolpe. Tiró a puerta y ahí estaba el 'miarma' para rematar. En el segundo, remató con la derecha un intencionado pase de Navas. Ese tanto alivió el nudo en la garganta, fruto de la falta de enjundia y pulmones que desprende el equipo para la contención. La vieja solución no falla. Con ellos no es que haya esperanza. Hay mucha vida.

Lleva razón Machín cuando afirma que el Sevilla, metidito atrás, es una calamidad. No lo dice de esta forma tan contundente, obviamente, pero para el caso… Cuando el equipo jugó en el campo de la Lazio y podía robar rápido, sí desprendió buenas sensaciones. Las llegadas comenzaron a sucederse en la primera parte hasta que Ben Yedder metió la directa y lanzó un contragolpe que terminó con el disparo de Sarabia, el rechace y el gol del propio Ben Yedder. Una máquina de jugador. Está tocado por la varita. Intuitivo a más no poder, no hay pelota de peligro que no caiga en sus botas. Así, como el que no quiere la cosa. El gol trajo oxígeno y posibilitó no jugar con tantas apreturas. Ahora mismo no sobra la confianza. La Lazio tampoco mordía. Probaba a Vaclik con centros laterales. Más bien para ver si se le aparecía la Virgen, y entonces…

Era cuestión de aguantar y dar el zarpazo. Las eliminatorias esconden momentos en los que queda prohibido fallar. El Mudo gestionó pésimamente uno de ellos. Que podía ser expulsado lo estaba viendo todo el Sánchez-Pizjuán. Machín no lo quitó y pasó lo que pasó. Los indesmayables ‘mudistas’ se levantarán pronto, entre otras cosas porque de vez en cuando el Mudo juega muy bien, pero ya va siendo hora de revisar la aportación de este jugador. No ahora, que tiene que jugar, y sí cuando toque tomar las decisiones para dar un giro al equipo. El lío estaba servido. Ahí estaba el minuto de oro de la Lazio, que lógicamente se vino arriba. Menos mal que la conciencia pesa mucho y el árbitro estaba deseando de que algún futbolista de la Lazio metiera la pata para enseñar otra roja. Le tocó a Marusic. De la sensación de ir al hoyo más clara de la historia se pasó a ejercer un control bastante real. Y encima, Sarabia decidió que la eliminatoria estaba liquidada marcando el segundo. Prueba de nivel, y con muchas complicaciones, superada. Y el sábado… Dios proveerá. 

Sevilla FC (2): Vaclík, Jesús Navas, Mercado, Kjaer, Sergi Gómez, Escudero (Promes, minuto 6), Roque Mesa (Rog, minuto 81), ‘Mudo’ Vázquez, Sarabia, André Silva (Amadou, minuto 63) y Ben Yedder.

SS Lazio (0): Strakosha, Patric (‘Tucu’ Correa, minuto 48), Acerbi, Radu, Marusic, Cataldi, Badelj (Durmisi, minuto 76), Milinkovic-Savic (Rómulo, minuto 56), Lulic, Caicedo e Immobile.

Goles: 1-0, minuto 19: Ben Yedder. 2-0, minuto 78: Sarabia.

Árbitro: Anthony Taylor, inglés. Expulsó por dos cartulinas a ‘Mudo’ Vázquez y a Marusic por roja directa. Amarillas para Patric, Caicedo e Immobile.

Ben Yedder

Magnífico el franco-tunecino ante la Lazio. Lo malo es que llega al final de los partidos muy pero que muy cansado. Mientras, marca y marca.

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