La suerte. La mala suerte. Y un ca... La última jugada en la que el Sevilla se despide de la competición que le ha colocado en un lugar especial en el fútbol mundial pudo acabar de mil maneras, es verdad, pero quizá sea el justo castigo a una forma de jugar especialmente pobre en una prórroga en la que después de sufrir una barbaridad, se le ponía por fin de cara la eliminatoria. Esa jugada llegó porque se permitió que llegara. Porque se permitió que de una forma rústica, vulgar, el Slavia acumulara acercamientos y centros para que de esta manera, cruel, o de otra, la que fuera, terminase el cántaro roto, como así fue. La defensa en particular, el sistema defensivo en general, se han caído de tal manera que ni recuperando pólvora le basta al Sevilla para eliminar a un equipo como el Slavia. La jugada es un fiel retrato de muchas cosas mal enfocadas. Deja en muy mal lugar a todo el que ha tenido que ver con la planificación. Hace dudar de un proyecto único en la historia del club que hoy ha recibido un rejonazo tremendo. No hablo ya ni de Machín y su futuro, que quizá debería, porque el problema va mucho más allá.
Antes de esa locura final, los minutos jugados de forma más mezquina en la historia reciente del club, pudimos ver la colección de problemas de este equipo. Con tremenda facilidad, el Slavia hacía un gol inicial que ponía todo más cuesta arriba. Lo bueno (al final bueno no fue nada) es que el Sevilla estaba obligado a un partido loco, de intercambio de golpes, lo menos malo para este Sevilla. En ningún momento fue un Sevilla que gobernase el encuentro, pero esa pegada le fue metiendo en la eliminatoria, primero con el penalti que metió Ben Yedder, y que le hicieron a Promes, el hombre que en la primera mitad hizo las tres cositas en ataque que alumbraron al Sevilla. Con ese inquietante 1-1 acababa la primera mitad.
Tras el descanso, no corrió el reloj ni un minuto y el árbitro pitaba un penaltito de Navas que se puede pitar, sí, pero que no es habitual que le pase a los equipos dominadores. Otra vez a remar, y casi mejor así, porque defender no puede defender nada. Llegó casi sin quererlo un gol, golazo, que en principio tenía que servir para cambiarlo todo, para darle al Sevilla la confianza y certeza de que ya el intercambio de golpes le favorecía en caso de empate a muchos goles, como así fue.
Machín empezó entonces a mover el equipo. Cambios lógicos, sin pega, por lo menos yo no se las pongo, para estar preparados para esa prórroga en la que tenían que aflorar las cosas que sólo conocen los campeones, ese gen que hay en el club, o había. Y el plan salía. El Mudo metía un buen gol que además obligaba a un equipo como el Slavia a hacer dos tantos para firmar una gesta que en ese momentos todo el mundo sensato daba por imposible. El Sevilla lo hizo. Se empeñó en jugar como equipo menor, plagado de gente cagada hasta las trancas que sólo la rompía para adelante sin sentido o, peor todavía, la perdía en posiciones imperdonables para darle alguna ocasión al limitado rival. Esa fragilidad, combinada con la nula capacidad de Banega o Rog para dominar lo que ya parecía sencillo, acabaron en este desastre que pasa a la historia, esta vez a la negra, a la que se escribía hace más de 20 años. El campeón tenía que perder algún día, claro que sí, pero no es admisible hacerlo así, porque a los campeones le pasan otras cosas, pero no caer eliminado por encojido, por superado por una presión que está obligado a manejar precisamente por esa condición de equipo ganador. Muchos jugadores no saben que es eso. Habrá que traer a gente que lo sepa.
Slavia Praga (4): Kolar, Kudela, Ngadeu, Deli, Boril, Soucek, Kral (Frydryck, minuto 106), Masopust (Zmrhal, minuto 91), Traoré, Stoch (Van Buren, minuto 94) y Skoda (Olayinka, minuto 76).
Sevilla FC (3): Vaclík, Jesús Navas, Dani Carriço, Kjaer, Sergi Gómez, Promes, Banega, Roque Mesa (Gonalons, minuto 73), Sarabia (André Silva, minuto 80), Munir (‘Mudo’ Vázquez, minuto 89) y Ben Yedder (Marco Rog, minuto 104).
Goles: 1-0, minuto 14: Ngadeu. 1-1, minuto 43: Ben Yedder, de penalti. 2-1, minuto 47: Soucek, de penalti. 2-2, minuto 53: Munir. 2-3, minuto 98: ‘Mudo’ Vázquez. 3-3, minuto 102: Van Buren. 4-3, minuto 119: Traoré.
Árbitro: Aleksei Kulbanov, bielorruso. Amarillas para Kolar, Kral, Olayinka, ‘Mudo’ Vázquez y Soucek.
Salió, hizo el gol quie necesitaba su equipo y cuando lle llegó el balón, hizo lo que se precisaba en cada momento. Los demás, lo contrario.
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