1ª División (2018/2019) > Jornada 10

Vuelta al fútbol de mentira

Algo debió ocurrir en el descanso del partido ante el Atlético de Madrid en el Wanda Metropolitano. Desde entonces, con el brillante paréntesis de San Siro, el Betis no va, no carbura, juega sin alma. El Valladolid se llevó los tres puntos del Villamarín con toda justicia y ahora el Getafe de Pepe Bordalás le dio por momentos un meneíto a tener muy en cuenta. Superior en todas las facetas del juego –toda las que importan, claro-, el Betis caminó por el césped del Alfonso Pérez Muñoz como un fantasma. De nuevo brotó la seña de identidad que nadie quiere, la que no lleva a ningún sitio. La mentira en su máxima expresión vistió de verde. No hubo un solo rasgo de buen equipo. Ni firmeza atrás, ni presión al rival ordenada, ni peligro arriba, ni velocidad… Sólo predominó –y en la primera parte, pues en la segunda, ni eso- un gusto a tener la pelota porque sí. Sin profundidad. Como si el fútbol se hubiera reinventado con la portería rival como mero elemento decorativo. Así, ante un dignísimo equipo como el Getafe y frente a un zorro plateado del desierto como Bordalás, resultó lógico que poco a poco fuera ganando la tostada en cada pelea, en cada empujón, en cada metro del campo.

Como si esta derrota estuviera escrita desde que el equipo festejaba el triunfo en Milán, el Betis no tuvo el coraje que se exige cuando las cosas vienen mal dadas. Fue un equipo que aceptó sin rechistar la derrota. No dio ni una mala patada. Quizás algún futbolista pensó que con lo mínimo se podía echar una mañana aceptable en Getafe. Eso es conocer muy poco del equipo de Bordalás, entrenador cuartelero que ha inculcado en sus jugadores un espíritu guerrero encomiable. Todos están cortados por la misma tijera: primero dan y luego ni preguntan. Pronto quedó claro que el Betis le había cogido asco a la fría mañana madrileña. Apenas dio un pase interesante. Todo fue monótono, aburrido, inocuo. En la primera parte sólo generó un tirito de William Carvalho. Observen el diminutivo con el que se explica dicha oportunidad. Canchero a más no poder, el Getafe sí se acercó dos veces con mucho peligro sobre la portería de Joel Robles, por medio de Ángel primero y Jorge Molina después.

Conforme pasaban los minutos, lo único positivo que se podía decir es que el Betis seguía vivo. Y que, como se ha visto mil veces, después de una larga siesta siempre puede caer un gol de la nada. El Betis no compró ni una sola papeleta para que ello ocurriera. Siguió con su ritmo infame. Así, lo normal era lo que ocurrió, que el Getafe marcó el primero y a partir de ahí a uno le entró el subidón y al otro la pájara, pues un minuto después Folquier hizo el segundo. No hubo noticias de los mediocentros ni ningún central taponó la incursión del rival como Dios manda. El partido quedó sentenciado. Los cambios ya no sirvieron para nada. Es más, se estuvo más cerca del 3-0 que del 2-1.

Lamentablemente, se le ha dado poca continuidad a la fiesta de Milan. Este estropicio debe borrar de un plumazo la autocomplacencia. El peligro arriba es cero y, por tanto, la cifra de goles a favor da miedo verla. Serra debe actuar mucho más en profundidad de lo que parece en enero. Mientras, Setién tendrá que inventar la fórmula. Casi todos los equipos le han cogido el rollo al Betis.

Getafe CF (2): David Soria, Damián Suárez, Djene, Cabrera, Antunes, Arambarri, Maksimovic, Amath (Cristóforo, minuto 83), Foulquier, Jorge Molina (Robert Ibáñez, minuto 86) y Ángel (Mata, minuto 70).

Real Betis (0): Joel Robles, Barragán, Mandi, Bartra, Sidnei (Tello, minuto 73), Junior, William Carvalho, Lo Celso, Boudebouz (Canales, minuto 61), Sanabria y Loren.

Goles: 1-0, minuto 60: Jorge Molina. 2-0, minuto 61: Foulquier.

Árbitro: Jaime Latre, aragonés. Amarillas para Damián Suárez, Lo Celso y Barragán.

Loren

Al menos, el más metido en el partido, aunque sin deslumbrar, por supuesto. Dos remates a puerta de cabeza.

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